
|Por Tania Escobar|
I.
Antes del otoño
mis pestañas se enraízan
frente a un miedo que no tiene sentido.
Espacio caótico
como el primer llanto
que no pude explicar.
Un barro triste
delimita mis lagrimales,
me evapora.
Nunca verde.
REVERDECE-Nunca.
Los días resquebrajados
secas las horas
El lodo oscurece mi cuerpo
tapona mis venas:
Vomito en ríos vacíos la tierra que caminé
Sin abrazarme, me abrazo
grietas arrasan
la represa de lo que soy cuando sonrío
La estructura se viene abajo
cuando los huesos se hacen polvo.
Mi piel… desierto…
antes ríos
que de rocío llenaban.
Ahora viento tormentoso
que susurra gritos.
Mi mente es sequía
Pesa el llanto terroso
agacho la cabeza.
estoy en el suelo
con los pies apuntando a las estrellas
tragando fango
llorando arena
II.
Sin poder poseer
sus nubes pletóricas de agua;
añoro mis manantiales de niña.
¿Has visto la mar de hojas secas
que se convierten en arena con los colores del espectro?
A veces se pisa a sí misma.
Y el suave quiebre
de una hoja rota,
seca antes de otoño
se deja oír.
Ésa, soy yo,
me arañan las muertas hojas
de mi piel dorada,
se desprenden con dolor
me hacen girar alrededor suyo
Pierdo mi cabellera
así como he perdido la cabeza
Cada cabello explota en polvo, pigmento del orbe
hace un sendero
que sólo se puede andar de espaldas
Caminando en mi pasado
en un terreno lleno de piedrecitas
que de mis pies sus plantas arañan
Un gemido a punto de morir
atraviesa un túnel
Recuerdo lo llaman.
Me agito en todos los tiempos
Soy polvareda, figura humana
Permito que mis hojas dañadas
se exorcicen
Ligero polvo de estrellas, entra a mis ojos
Me agito
¡Me agito arenisca!
De entre las rocas, una lágrima
que sabe a verde
corre dentro de mi boca cerrada
quiere reverdecer en el ocre.
Reverdece en otoño una hoja seca.
Verde.
REVERDECE-A veces.